En breve voy a ver llegar el mes de julio… Será la cuadragésima vez que el sol ilumina las Breñas y se despide por Tazacorte… Nací en la isla Bonita, en Las Manchas, aunque me crié en Fuencaliente. Siempre me ha gustado el senderismo…por lo que cuando en 2009 se celebró la primera transvulcania, yo, al igual que muchos palmeros que conocemos la isla pensé que era una brutalidad, algo imposible: salir del faro, llegar al Roque, bajar al Puerto Tazacorte y llegar a Los Llanos. De locos, y miraba con emoción y nostalgia las imágenes por la TV de tal proeza.
Hace 3 años y medio la locura se apoderó de mí. La fiebre «runner» me invadió y desde entonces no me he curado; nada más lejos, he empeorado, ya que ahora corro por los que no pueden, volando junto con otros pichones por la EM.
Mi mente siempre ha estado pendiente de ir a mi isla, y ya este año tocaba. Los nervios y los miedos, sobre todo estos últimos, se han apoderado de las semanas previas a la carrera.
Pero como el tiempo es imparable, el día llegó. Los ánimos de amigos y familiares, la verdad que me llenaron y los guardé todos en mi cabecita: suelo ser muy fuerte de cabeza y no dejo que “el diablito” me afecte en los momentos malos de las carreras, pero no sabía que iba a tener que hacer uso de esos mensajes.
Llego a las 4:45h de la mañana al bendito faro de mi pueblo…este año sólo Luis y yo corremos la ultra, aunque creo que esto va a cambiar el próximo año (hay mensajes escritos que dan fe de ello, jejeje), y somos casi 1500 corredores y no hay cobertura, por lo que encontrar a “mi pareja” es casi misión imposible, doy vueltas y vueltas y no hay manera, así que me dirijo a la salida. Y en proceso de concentración a falta de 30 minutos, de repente, llega un corredor y me toca: MILAGRO, pero mi farero me encuentra, y ya se imaginaran: ¡es la señal de que el día va a ir muy bien!
Llega el momento de la salida, ya llevo unas cuantas carreras en los pies, pero esta tuvo y tendrá una marca imborrable en mi mente…los pelos de punta, los ojos incontrolables…en fin, esperaba ese instante, pero no me lo imaginaba tan especial. A medida que asciendes y dejas el faro a tu espalda, la serpiente de luz es ¡INCREIBLE!
Emocionalmente la carrera, para mí, fue brutal: el apoyo de mi familia, mis padres, tías, primos y demás…verlos en muchos puntos de la carrera (con pancarta incluida, jejeje) y en la meta, solo con recordarlo me vuelvo a emocionar. Sobre todo le doy gracias a mi mujer, porque ella es la que, antes de la carrera, me ha aguantado los nervios, durante la carrera se dio vuelta a la isla y me dio ánimos, y después de la carrera fue la que me curó las heridas que me hice en la misma. Esta carrera y muchas otras la corremos juntos.
Respecto a la carrera en sí, yo venía confiado, con respeto pero sabiendo que podía terminarla. Venía con la idea de acabarla en 13-14 horas, pero las carreras no son como las matemáticas, no contaba con que las nubes en La Palma cogieran vacaciones y no se dejaran ver en todo el día, fenómeno este extraño en la isla, ya que siempre suelen estar en la cumbres y por la zona de La Caldera. En carrera fui cómodo hasta que pasé el avituallamiento del Reventón, a partir de ahí, la cosa se complicó, el calor insoportable y la falta de agua (tuve que ir racionando hasta el Pico las Nieves) hizo mella en mí. Seguía caminando porque sabía que había muchas personas esperando a que llegara a la meta, no podía permitirme el lujo de parar…ahí sí que hice uso de los mensajes de ánimo que me habían llegado días anteriores. Entre ellos hubo uno que me decía “…mírate la pulsera y lee nuestro lema porque contigo va toda tu familia y toda la familia pichón…” este mensaje no saben lo mucho que me ayudó y cuánto se lo agradezco a ese gran pedazo de persona. Gracias pichón!! Y en esos momentos de descontrol en los que a punto de tirar la toalla estuve, llega mi “Salvador” , mi farero Luis. La alegría es muy Y entre quejas de uno y otro, nos ayudamos a llegar hasta el Pico La Nieve, ahí tras una buena parada, agua, isotónico, comida y demás, continuo gracias a él, sin él no hubiera seguido, ya que las fuerzas se habían ido y el desánimo se había apoderado de mí, y más viendo la subida que me esperaba: ¡¡horror!!
Pero ese fue el punto de inflexión en la carrera, ya que las fuerzas llegaron nuevamente, y esta vez, iba con mi “pareja de montaña”. Al llegar al Roque a falta de 30 minutos para el corte, descansamos, comimos y bebimos…y como extras zombis para la serie The walking Dead comenzamos nuevamente, y esta vez, ya comienza la bajada…y ese reconozco que es mi fuerte, así que ahora ya tocaba volar y disfrutar…y eso fue lo que hicimos. Las fuerzas llegaron a mis piernas y ya no paramos hasta llegar a la Enrique Mederos. Se podrán imaginar los sentimientos mezclados al llegar a la meta: un montón de público aplaudiéndote, ver a tu familia, coger a tu hijo, entrar con tu amigo portando nuestra pancarta, en fin…¡¡indescriptible!! La magia de esta carrera que te engancha y te invita a que vuelvas a ella otro año más.
Salimos juntos, Luis, y llegamos juntos. Esta Transvulcania te la debo a ti “y lo sabes”. Es mi segunda ultra, ambas contigo…y no hay dos sin tres.
Perdonen por lo extenso del relato, pero hablo mucho, pienso mucho y viví mucho. Esta carrera era especial para mí, y espero que me comprendan que hasta mucho he resumido. El día de la carrera estuve casi hasta las dps de la mañana leyendo los mensajes de whatsapp y hablando y contando mis anécdotas. Me quedé sin batería en el móvil antes de la llegada al Pico de la Nieve, casualmente al igual que yo…y claro, tenía mucho que leer y mucho que decir.
Conocí a la familia pichón en julio de 2016…y cada día más orgulloso de ver como nuestra familia crece, en número y en corazón! Gracias a mi familia por el apoyo y comprensión y gracias a mi familia pichona por esos ánimos, porque #juntosvolamos y jutos vamos #regalandosonrisas y siempre #mispiernassontuspiernas
