Aunque cuando me lo propuse me parecía algo, no imposible, pero sí duro, sentía que todavía no estaba preparada. A finales de agosto mi pequeñaja nos dijo: «papis, por mi cumple quiero subir al pico del Teide»
Pues nada, ya estaba decidido, el empujón que me faltaba me lo acababa de dar una vez más mi bichito. ¡Vamos a por ello!
Empezamos a prepararnos, subir y bajar por Tigaiga, a veces llegar hasta El Guanche, hacer unas pequeñas carreritas sin bajar a ninguna huerta en el intento; pedir consejo a amigos que ya lo habían hecho, solicitar el permiso, comprar el viaje en el teleférico, ropa de abrigo…
Llegó el gran día, muchos nervios, muchas preguntas, ¿tendríamos fuerza?, ¿resistencia? ¿la reacción al olor del azufre? ¿aguantaría nuestra pequeña bichito?…
Nos ponemos en marcha, el viaje en coche fantástico: canciones, adivinanzas, veo veo, y lo más importante muchas ganas. Cuando llegamos al teleférico tuvimos
problemas por los horarios, pero nada que no se pudiera arreglar esperando un poquito más, con chocolate calentito y un paseito.
El día amaneció fantástico, todo despejado, solito, una pequeña brisa, ¡qué suerte!
Llegó nuestra hora, a las 10,30 nos subimos en el teleférico con muchas ganas sobre todo de pasarlo bien y disfrutar de una nueva aventura en familia. Bajamos del teleférico y todo muy bien, sacamos bastones y ¡a por ello!
El comienzo genial, con los primeros escalones nos preguntábamos como podían ser tan altos, pero nada que unos buenos bastones y energía positiva no pudieran superar. Seguimos viendo las maravillas de nuestra isla. Tuvimos que parar varias veces por la fatiga, pero ahí estaba nuestra pequeñaja dándonos fuerzas para seguir, ya cuando ella misma nos recordó que los pichones volaban junto a nosotros, la emoción salió volando también y el chute de energía llegó a darnos el último empujón.
Sí llegamos, llegamos con una gran sonrisa, con mucha emoción, con un sentimiento difícil de describir, fue algo espectacular. El girar a nuestro alrededor y sentir esa sensación de bienestar no tiene precio.
Desde aquí quiero agradecer a todos los pichones que de una manera u otra están ahí para poder ayudar, a los pichones que ponen sus piernas para poder correr y sumar km por los que no podemos, a Alba que, con sus ejercicios, con su positividad siempre, me dijo que sí que lo conseguiríamos, y por supuesto a mi familia, la familia Fafú que jamás se rinde.
De ti tampoco me olvido, mi ranita.
Aravella