¿Qué es la Esclerosis Múltiple? Para estar bien informad@…

¿Qué es la EM?

La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune, inflamatoria crónica y desmielinizante que afecta al Sistema Nervioso Central (SNC) produciendo un daño neurológico progresivo (1,2). Es considerada la causa más frecuente de discapacidad neurológica en adultos jóvenes (2,3).

¿A quién afecta?

En 2013, la EM afecta a más de 2.3 millones de personas en el mundo y unas 46.000 en nuestro país en 2013 (4,5). El inicio de la enfermedad es infrecuente por debajo de los 15 años y por encima de los 50 años de edad. La media de inicio oscila entre los 29 y los 39 años dependiendo del tipo de EM que se desarrolle (6). Las mujeres tienen una mayor prevalencia de padecer EM. Por ejemplo, en Europa Suroriental se encuentran afectadas 1.6 mujeres por cada hombre y en Europa Central 2.7 mujeres por cada hombre (7).

¿Cuáles son sus causas?

Las causas de la EM continúan siendo desconocidas. No obstante, se considera que factores genéticos (3,6) y ambientales (8) influyen directamente sobre su desarrollo provocando una respuesta autoinmune que genera los cambios patológicos propios de la enfermedad. No se trata, por tanto, de una enfermedad contagiosa (9).

¿Cómo se produce?

La EM se caracteriza por la presencia de lesiones inflamatorias desmielinizantes (denominadas “placas”) que se ubican en el cerebro y/o médula espinal afectando a la mielina (1), una sustancia que envuelve y protege las neuronas (como el plástico de los cables eléctricos) y cuya función principal es aumentar la velocidad de transmisión del impulso nervioso. Dichas lesiones o placas destruyen la mielina (desmielinización) produciendo una degeneración neuronal/axonal progresiva que es la causa más importante de la discapacidad neurológica (2).

¿Qué síntomas provoca?

La EM es conocida de manera coloquial como “la enfermedad de las mil caras” por la gran variabilidad de síntomas que provoca. A cada persona le afecta de una forma diferente dependiendo de la zona desmielinizada por las lesiones o placas. Sus principales síntomas suelen ser debilidad motora (paresia o parálisis), incoordinación, fatiga, espasticidad, trastornos visuales, parestesias o trastornos urinarios entre otros (1). Dicha sintomatología se manifiesta en “brotes” o recaídas: periodos en los que aparecen nuevos síntomas o empeoran los existentes. Entre un brote y otro pueden pasar días o años según cada caso (3).

¿Qué tipos de EM existen?

Se ha propuesto una clasificación de cuatro subgrupos de la EM (8) , considerando la evolución del padecimiento, la frecuencia y la severidad de los ataques, discapacidad y déficit neurológico:

  1. EM con Brote y Remisión (EMBR). Fase en donde se encuentra el 85% de los pacientes. Se caracteriza por brotes claramente definidos con completa recuperación o efectos residuales y períodos libres de enfermedad sin progresión de la misma.
  2. EM Primaria Progresiva (EMPP). Fase que afecta aproximadamente a un 15% de los pacientes con EM. Se presenta con síntomas neurológicos progresivos y graduales sin remisiones desde el inicio.
  3. EM Secundaria Progresiva (EMSP). Aparece 10-20 años después de la forma EM Brote-Remisión seguida de progresión de la enfermedad. Las remisiones se vuelven más infrecuentes, hay mayor incapacidad y suelen quedar secuelas neurológicas.
  4. EM Progresiva Recurrente (EMPR). Es progresiva con ataques agudos, con o sin recuperación de la funcionalidad.

¿Cómo se diagnostica?

Debido al cambio en los criterios diagnósticos y a la disponibilidad de exploraciones complementarias más eficientes, sobre todo la Resonancia Magnética, el diagnóstico de la EM se ha facilitado enormemente (10). Los criterios diagnósticos se basan en la clínica del paciente con síntomas típicos y signos relacionados con lesiones desmielinizantes, acompañada de imágenes compatibles con EM en Resonancia Magnética (6).

¿Hay tratamiento?

Aunque en los últimos años se han realizado grandes avances en el campo de la investigación en EM, no existe un tratamiento curativo para la enfermedad. Actualmente, se tratan los brotes agudos y se dispone de varias alternativas terapéuticas con base inmunológica para intentar frenar el curso de la enfermedad (6). Asimismo, existe un incremento de las terapias sintomáticas que mejoran la calidad de vida de los pacientes basadas en un enfoque multidisciplinar que influye fármacos, rehabilitación, fisioterapia, terapia ocupacional o ejercicio físico (11,12).

Referencias:

  1. Cores, E., Vanotti, S., Burin, D., Politis, D., y Villa, A. (2014). Factores asociados con la situación laboral de pacientes con esclerosis múltiple. Revista de Neurolología, 58(4), 175-183.
  2. Quintana, F., Pérez-Sánchez, S., y Farez, M. (2014). Inmunopatología de la esclerosis múltiple. Medicina (Buenos Aires), 74(5), 404-410.
  3. Flores-Alvarado, L., Gabriel-Ortiz, G., Pacheco-Moisés, F., y Bitzer-Quintero, O. (2015). Mecanismos patogénicos en el desarrollo de la esclerosis múltiple: ambiente, genes, sistema inmune y estrés oxidativo.. Investigación Clínica, 56 (2), 201-2014.
  4. Thompson, A. (2013). Atlas of MS 2013. MS International Federation. Recuperado el 30 de noviembre de 2017. Disponible en: http://www.msif.org/wp-content/uploads/2014/09/Atlas-of-MS.pdf.
  5. Cuenca, A. y Caldera, M. (2016). Eficacia de un programa de psicología positiva en un adolescente con esclerosis múltiple. International Journal of Developmental and Educational Psychology. Revista INFAD de Psicología., 1(1), 379-390.
  6. Fernández, L. (2016). Determinación de niveles de homocisteína en pacientes con esclerosis múltiple y su posible relación con deterioro cognitivo (tesis doctoral). Universidad de Zaragoza, España.
  7. Kingwell, E., Marriott, J., Jette, N., Pringshein, T., Makhani, N., Morrow, S., … y Dykeman, J. (2013). Incidence and prevalence of multiple sclerosis in Europe: a sistematic review. BCM Neurology. 13(1), 128
  8. Bermúdez-Morales, V., Castrejon-Salgado, R., Torres-Poveda, K., Flores-Rivera, J., Flores-Aldana, M., Madrid-Marina, V., y Hernández-Girón, C. (2017). Papel de las enfermedades infecciosas en el desarrollo de la esclerosis múltiple: evidencia científica. Neurología Argentina, 9(1), 40-48.
  9. Martin-Ramos, R., Jiménez-Morales, R., Herrera-Jiménez, L., Guerra-Pérez, L., Martin-Ramos, R., y Pérez-Medinilla, Y. (2015). Influencia de la ansiedad y depresión sobre las funciones ejecutivas en pacientes con esclerosis múltiple. Archivos de Neurociencia (Mex), 20(4), 233-239.
  10. Fernández, O. (2014). Retos futuros de la esclerosis múltiple. Medicina Clínica 143(3), 44-47.
  11. Jimenez-Morales, R., Herrera-Jimenez, L., Macias-Delgado, Y., Perez-Medinilla, Y., Diaz-Diaz, S., y Forn, C. (2017). Cognitive training combined with aerobic exercises in multiple sclerosis patients: a pilot study. Revista de neurología, 64(11), 489.
  12. Fernández, O., Fernández, V. y Guerrero, M. (2015). Tratamiento de la esclerosis múltiple. Medicine – Programa de Formación Médica Continuada Acreditado, 11(77), 4622-4633.