El pasado sábado 11, por primera vez, participaba realmente en una actividad como pichón, EMpláyate, una experiencia que me aportó más a mi de lo que pude aportar yo al colaborar, justo el día antes de mi 1a carrera con
Pichón trail project.
Conocía la asociación desde hacía años, me gustaba eso de correr por el monte y aportar a una causa, pero nunca me animé. Cuando en alguna carrera me cruzaba con alguna camisa yo era de los que mostraba mi admiración con el clásico «¡vamos pichón!».
Hace unos meses trabajando en la farmacia entró un chico con algún distintivo y le pregunté, se trataba de Dioni, me explicó como colaborar, como participar y así empecé a aportar mi granito. Al llegar a mi casa le dije a mi mujer que me iba a meter en Pichón trail, que colaboraban con la esclerosis, que íbamos a poner una hucha,…ella no entendía qué era todo eso y me miraba entre extrañada y asustada, «este va a volver a despertarme temprano los domingo» pensaría, en EMpláyate estaba ella, más emocionada que yo.
Pues llegó el domingo, mi primera carrera en un año, ¿qué camisa me pongo?…¡ah coño que corro con un equipo!. Un poco más nervioso de lo normal llego a la Chanajiga trail, sin saber si debía buscar a otros corredores de rosa, no me van a conocer, foto o no,…nos vimos y me trataron como un compadre, me sentí como pensaran que había hecho algo bueno, pero yo solo corro pensaba. Empezó la carrera y, tal y como imaginaba, yo estab
a lento y pesado, pero ¡qué día más bueno!. Me encanta la montaña y estaba disfrutando. A media carrera me alcanzó un chico bastante amable, corrimos unos metros al mismo ritmo y en cuanto pude lo dejé pasar, a lo que respondió «¡ánimo pichón!», a mi que solo corría, ahora era yo al que se lo decían, sentía la alegría más que el dolor de piernas. Llegué a meta y los otros compañeros me volvieron a recibir como si hubiera estado a punto de ganar la carrera.
Lo que decía, ¡qué buen día!. Ahora resulta que ya no solo corro, ahora no corro solo, juntos sumamos.