Tomamos la salida a las 23 horas, desde la playa de Las Canteras con un espectacular ambiente. Durante la noche cubrimos el primer tercio de la carrera, donde me encontré muy cómodo y muy a gusto con lo que estaba viviendo. Me amanece camino del avituallamiento de los Pérez, donde comienza a complicarse la carrera tanto por los desniveles que tenemos que afrontar, como por la subida de temperaturas.
Hasta Tejeda la brisa ayuda a combatir el calor, pero es a partir de aquí, cuando desaparece y empieza a notarse el fuerte calor en la subida a Roque Nublo, que por momentos adquiere tintes dramáticos, ya que, me voy encontrando corredores con problemas de deshidratación a los que les doy agua y sales. Logro llegar a Roque Nublo y allí el estado de ánimo cambia totalmente, el paisaje que contemplo es espectacular con el Nublo frente a mi, Gran Canaria bajo mis pies y el padre Teide a mi izquierda. Aprovecho para sacar la foto de rigor y hablar con la familia.
En el descenso hacia El Garañón, empiezo a notar que el cuerpo se me está viniendo a abajo y tomo la decisión de que debo hacer un avituallamiento un poco más largo. Llego a El Garañón y repongo fuerzas con un buen plato de pasta y dos vasos de caldo. En la bajada a Hierba Huerto vuelvo a recuperar las buenas sensaciones y una vez allí, nos preparamos para afrontar la segunda noche.
Todo marchaba bien hasta la bajada de Ayagaures, un descenso sinuoso incluso con cierto peligro, que decido bajar caminando. En Ayagaures noto los primeros síntomas de llagas en los pies, pero es en la entrada al barranco de Vicentillo donde debo parar para curarme las dos primeras llagas que me salieron y aprovechar para cambiar las pilas del frontal. Acto seguido, me doy cuenta de que ese tramo se me va hacer eterno, el barranco presenta muchas piedras y callaos sueltos que me están matando las plantas de los pies. En ese momento se complica mucho la carrera y es cuando decido sacar de la mochila los mensajes de ánimo que me mandaron en los días anteriores a la carrera Marino, Sonia, Isa, Julián entre otros y que llegaron a emocionarme.
Ellos, en ese tramo de carrera, se convirtieron en mis piernas, en mi energía, en mi empuje hacia el faro de Maspalomas y así llego al tramo final de la carrera donde a pesar de las horas hay gente que está pendiente de mi.
Sinceramente pienso que soy muy afortunado, no sólo por ser finisher de la prueba; sino hacerlo como pichón.
¡¡¡Gracias pichones por ayudarme a conseguir el reto!!!
Fran