Y allí nos presentamos para volver a vivir una gran aventura y poner nuestro granito de arena en la visibilización de la esclerosis múltiple. Con una salida diferente debido a la normativa COVID comenzamos a dar nuestros primeros pasos, las sensaciones durante la noche fueron muy buenas hasta que nos metimos de lleno en la subida a Guajara. Ahí comenzamos a sentir los efectos de la altitud y de paso, ya que, nos tocaba bajar el ritmo disfrutamos de un espectacular amanecer. Así llegamos al Parador, donde tuvimos la suerte de ver a los primeros espadas de la modalidad trail. Salimos hacia la Rambleta y en la subida a Pico Viejo aparece el calor, de nuevo toca bajar el ritmo y dejarnos llevar contemplando el paisaje, (es curioso pero a medida que ganaba altitud me iba encontrando mejor). A la llegada a la Rambleta tocaba descansar un poco y comenzar un descenso en el que me iba encontrando muy bien y de paso encontrándome con mis compañeros de Pichón Trail que disputaban la modalidad trail.
Todo iba muy bien hasta que a partir del kilómetro 70 aparecieron mis grandes amigas y compañeras de aventuras, «las llagas». Con este panorama y 35 kilómetros de carrera por delante, decido cambiar mi manera de correr (apretar en la subida y llanos y dedicar las bajadas a recuperar y gestionar el dolor). Pero esta vez la Blue me iba a compensar todo eso con unos dos últimos kilómetros muy bonitos y emocionantes, donde desde el speaker, gente de Puerto de la Cruz y sobre todo mis compañeros pichones me hicieron sentir como si el que hubiera ganado la Blue fuera yo. A todos muchas gracias.
La verdad es que me siento muy afortunado por ser un pichón.
Quiero terminar dando las gracias a todas las personas de la organización, ya que, gracias a su trabajo nosotros hem os podido disfrutar de una gran aventura.