Decir mi nombre sería insignificante, pues me gusta más que me llamen Pichona.
Esto empieza cuando un día, hace sólo unos meses, una persona, a la cual estaré eternamente agradecida, primeramente por enseñar a mi hija -siempre tendrá un lugar en nuestro corazón- y por otro, por enseñarme e invitarme a formar parte de “ LA FAMILIA PICHONA” refiriéndome de esta manera con todo el amor, admiración, cariño y respeto a PICHÓN TRAIL PROJECT.
Aún no tengo bien claro lo que significa en lo que a terminología se refiere, pero sí tengo claro que ser PICHÓN/A es sinónimo de buena gente como así nos referimos los de mi zona a los que “valen un huevo”.
El día que SARAY, así se llama ella, me informó de la asociación, mi respuesta fue sí, ni un ápice de duda me hizo pensar nada más, y cuando ya acudí a la proyección de la vida de MARINO y de otras héroes y heroínas como él, ya supe que yo quería ser parte de esta familia, por lo que GRACIAS, agradecida por darme la oportunidad de ser una de vosotros/as.
Casualidad de la vida, podría decirse así, que cuando empiezo a mirar, por curiosidad, en el mundo virtual cosas sobre la esclerosis, pensé para mí misma, qué injusta es la vida qué enfermedad más cruel, qué duro es ver como poco a poco tu vida da un giro radical, sólo pensarlo da miedo, por ello FELICIDADES a los luchadores y luchadoras que convierten su batalla en una dura victoria, una victoria que ganan por cada logro que consiguen, y eso es para mí esta familia Pichona: la lucha firme la fuerza constante.
Cuando dicen que la unión hace la fuerza los pichones/as son el mejor ejemplo de ello. Regreso nuevamente al comienzo del párrafo cuando hablo de casualidad, o quizás debería de decir cosas de la vida, cuando mi tío Valeriano, de quien no voy a entrar en definiciones porque simplemente lo resumo en un luchador, cae enfermo de ELA, pero como desde entonces desde que empezaron los síntomas de su enfermedad ha empezado la lucha contra ella y viene casi todos los días caminando a mi casa a tomarse el café, cuando lo miro, pienso para mí, míralo, ahí va el tío como lucha por ponerse los tenis y salir a caminar, ¿qué siento? Pues orgullo, me siento orgullosa de él de su lucha y de sus ánimos de superación. Por esto pienso que la familia Pichón apareció en un gran momento en mi vida y que siga…
Cuando empecé a correr hace unos años, porque a mí lo que me gustaba y practicaba era el fútbol, nunca tuve otra meta que mi lucha interna, el que mi gente estuviera orgullosa de mis logros, y la alegría de llegar a meta y ver la cara de mis familiares, de mi hija y de amigos, eso no tiene precio, y es el sentimiento de satisfacción de decir, lo conseguí.
Pero ahora las cosas han cambiado, ya tengo más caras que ver y más camisas pichonas que esperan en meta, como decís vosotros “ la marea rosa”. Este año mi reto fue Desafíos de Anaga ,la ultra, soy algo brutilla y sabía que con cabeza la haría, si todo salía bien, y así fue porque además en esta ocasión corría con una responsabilidad: llevaba puesta mi camisa PICHONA, la que sude con orgullo y volvería a sudar las veces que sea necesario.
Desde este pequeño escrito aprovecho para agradecerles a todos y todas las muestras de cariño recibidas, aún sin conocernos físicamente, a esos pichones que encontré por el camino y que me sacaran mi mejor sonrisa, una experiencia que disfruté sacando lo mejor de mí, y que volvería a repetir sin duda y recibí un mensaje que me hizo sentirme más orgullosa aún y que quiero compartir con todos/as: “ Gracias por correr por los que no podemos”, lo seguiré haciendo.
Bueno ya termino, con alguna lagrimilla asomando, aunque parezca una cabra montesa, el escribir hace que afloren sentimientos de admiración por cada uno de vosotros/as, que lucháis cada día por una gran causa, y gracias por aceptarme a mí y a mi familia que también comparten la misma ilusión que yo el formar parte de PICHÓN TRAIL PROJECT.
¡PICHONES Y PICHONAs: EL RENDIRSE PARA NOSOTROS NO ES UNA OPCIÓN!
Luzma
