Cuando me inscribí para hacer mi primera media maratón de asfalto todavía faltaban unos cuantos meses para la carrera. Tenía tiempo suficiente para prepararla y estaba contenta. Con la ayuda de Jon iba planificándome las semanas y todo iba según lo previsto. Pero los días pasan, pasan las semanas… ¡Y los meses! Y llegan las fiestas navideñas y se me hace muy difícil seguir igual con los entrenamientos. Cuando ya me quiero dar cuenta, sólo faltan dos semanas y me entran los nervios, ¿seré capaz?
Llegó el día de la carrera y estaba bastante nerviosa. Nos encontramos a los demás pichones que iban a correr y nos hicimos una foto. Nos deseamos suerte y nos colocamos para la salida. Sin darme cuenta dieron la salida y empezamos a correr, los nervios siguen estando pero me encuentro bastante bien y empiezo a llevar un buen ritmo, quizás demasiado rápido para mi pero me encuentro cómoda y por mucho que intento controlar, hay tanta gente animando y tan buen ambiente que sigo al mismo ritmo.
En el segundo avituallamiento, sobre el km 9 empiezo a notar un poco el cansancio pero rápidamente intento cambiar el chip y no pensar en lo que me queda si no en lo que ya he recorrido, además iba a superar mi marca de 10 km (no se si era bueno o malo, si no podría aguantar), poquito a poco se acaba la avenida que se me hizo un poco larga y volvemos a entrar por el centro, donde hay más ambiente y eso ayuda bastante a seguir. Justo por esa zona me adelanta la cabeza de carrera del maratón, me impresionó bastante, ¡qué manera de correr y casi sin sudar!
En el tercer avituallamiento, km 14, empiezan a hacerse los kilómetros cada vez más largos, mis piernas me dicen que tengo que parar un ratito y mi cabeza no quiere, he entrenado mucho para no tener que parar y sabía que podía hacerlo aunque me costara. Empecé a pensar en esos entrenamientos con Jon en los que me animaba y no me dejaba pararme para demostrarme que sí podía hacerlo. También pensaba en todos los pichones, en todo lo bueno que hacen. Pensaba en los pichones que estaban corriendo, sobre todo los de la maratón, ¡tiene que ser durísimo!. Y entonces pensaba que podía seguir un poquito más. Y así llegué a la playa de las Canteras, ya estaba ahí, ya no quedaba casi nada, aunque me vinieran pensamientos de que no iba a poder correr lo que me quedaba. Se me hizo larguísimo pero no paré. Había mucha gente animando, muchas personas en mi cabeza y con una gran sonrisa entré en meta. Muy contenta porque había superado mi reto y con un tiempo que hace unos meses ni hubiera imaginado.
Felicitar a todos los pichones que corrieron y sumaron km. Todos muy duros, desde los de 10, que les hizo mucho calor, los de 21 que para mi fue muy duro y a los de 42 que tuvieron que hacer un esfuerzo enorme.
Agradecer a todos los pichones los ánimos. A Luz que me esperó después de meta y me acompañó mientras cogía aire. Y agradecer a Jon por creer siempre en mi, animarme y estar a mi lado, y felicitarle porque sé lo que le costó y lo hizo genial.
Nada más acabar dije que nunca más una media maratón, ahora que han pasado unos días tengo ganas de un reto nuevo, ¿cual será?.
Dalida.