Tras la experiencia en la Transvulcania del año pasado, con la meta conseguida pero con demasiado sufrimiento para lograrla, decidí prepararme mejor este año. No me ayudarían en esa labor las vacaciones en Australia allá por Febrero, no me ayudarían físicamente por los kilos de más que me traje en la mochila abdominal, pero mentalmente unas vacaciones sientan de lujo para iniciar con ganas el plan intensivo de entrenamiento. Entrenos de fuerza en la sala de Javier Rabanal, propiocepción, prevención de lesiones y al mismo tiempo un buen plan nutricional para desalojar esos kilitos que sobraban, todo acompañado de correr y más correr. Total que me planto en el Faro de Fuencaliente con 6 kilos menos que el año pasado, y bastante mejor entrenado, me sé la carrera de memoria pues recuerdo cada detalle de la edición de 2016.
Saludos al llegar a la salida con varios Pichones, este año somos muchos más, se nos va a ver bastante por el camino, seremos visibles y haremos visible a la EM. Cuenta atrás en el Faro y barullo inicial, este año hay cajones que al menos yo no soy capaz de distinguir donde están, pero el caso es que salimos bastante más atrasados que el año pasado, además somos 200 corredores más y eso se nota en el ritmo del principio porque vamos prácticamente andando hasta el rodeo al Faro pero allí apretamos lo suficiente para evitar la mayoría del tapón, miro atrás y voy junto a Javi.
Seguimos al trote hasta Los Canarios, donde paro a beber agua y rellenar el bidón. Saco los bastones y empezamos la subida hacia Las Deseadas, en ese momento pierdo de vista a Javi aunque consigo alcanzarle pocos metros después del avituallamiento. Un poco más adelante me doy cuenta que se ha quedado atrás, pero no me preocupo demasiado, sé a ciencia cierta que encontrará su ritmo finisher, esa cabeza nunca falla!.
La subida es dura pero preciosa, levantar la cabeza y ver esos paisajes palmeros te hacen ir flotando, al menos mentalmente porque la ganancia de altitud hace flojear la respiración en las duras cuestas de picón. Al fin llegamos al avituallamiento de las Deseadas, saludo con un par de amigos que van en el grupito que está allí parado. Un vaso de agua, un pis y seguimos. Llevo los tiempos del año pasado apuntados para hacer comparativas y veo que voy 30 minutos mejor, la bajada hasta el Refugio la hago a un trote cómodo para no gastar demasiada energía. La pauta hasta ahí es clara, comer cada media hora, buena hidratación y cápsula de sales cada hora.
Durante la bajada me adelanta Luis, un pichón que acabo de conocer y le digo que siga, que voy con calma, llegamos al Refugio y allí está Dalida, Noelia, Marta y más Pichones animando, además de un ambientazo brutal. Me pega un subidón el cuerpo al ver a tanta gente conocida, como sandía como un condenado, que bien entra y que rica está. En ese momento cometo un error de novato, me bebo 1 o 2 vasos de Aquarius. Nunca bebo Aquarius pero me apetece en ese momento y ni lo pienso, al salir del avituallamiento no pasan ni 500 metros corriendo con la compañía de Luis cuando me empieza a doler la barriga. Malestar, gases, lo achaco todo al Aquarius y con ese dolor tengo que optar por hacer la Pista La Hilera andando hasta el avituallamiento de El Reventón. Me pasa hasta el apuntador y me desmoralizo un poco. Al llegar al avituallamiento oigo a alguien “No vuelvo a beber Aquarius en la p*** vida”, parece que no soy el único. Por suerte se me pasa el dolor un poco y puedo comer algo antes del comienzo de la subida. Se me hace larga esta parte aunque la cabeza empieza a remontar después del bajón. Me río yo solo alguna vez pensando en la montaña rusa que es esto de las Ultras y sigo a buen ritmo hablando con otros corredores. “Nada de improvisar” me repito un par de veces.
Llego, por fin, al avituallamiento del Pico de La Nieve y la parada es rápida, relleno bidones, como fruta, bebo agua y sigo. Este año me he propuesto no parar más de lo estrictamente necesario en los avituallamientos, es una forma fácil de ganarle tiempo a la carrera. Pechada descomunal desde allí al Pico de la Cruz, en ella adelanto bastante gente y es que como el año pasado noto que me encuentro mejor en las subidas duras que en los llaneos o bajadas. En las rampas más suaves tendidas tengo ganas de subir corriendo, pero la cabeza me dice que mejor camine y así no gastaré energía de forma excesiva, ya llegará ese momento. Pasamos el Pico de la Cruz donde relleno el bidón y sigo, allí está de nuevo Dalida, que me cuenta las noticias de algunos Pichones, siguen todos en carrera, Yeray sigue adelante a pesar de la lesión, Rayco disfrutando como es habitual en él y de Javi me cuenta que sigue en carrera y viene a alrededor de hora y media de mí, genial que siga en carrera. Nos despedimos hasta Meta, yo sé que voy una media hora mejor de tiempo, pero además voy mejor de piernas y estoy seguro que podré correr la bajada hasta Tazacorte, cosa que el año pasado mi estado físico me impidió, por lo tanto ganaré más tiempo. Al llegar al Roque me cruzo con Noelia, le digo que Javi viene apurado para el corte, pero que seguro que lo consigue.
Algo que llevo a rajatabla en la carrera es no apalancarme en ningún avituallamiento, el año pasado me senté un momento en el Roque y cuando me di cuenta llevaba media hora allí empanado, así que lo único que hago es comer fruta y un par de sandwichs, cambio de calcetines y listo para la bajada.
El principio es una sucesión de sube y bajas continuos, pero la mayoría los hago corriendo y al trote, ya por fin empieza la empinada bajada y empiezo a disfrutarla, me junto con un grupito de 4 corredores, quizás no eramos los más rápidos del mundo, pero llevamos buen ritmito y hasta la Torre del Time llegamos juntos, una gozada poder correr al fin todo este tramo. Comparo tiempos y de media hora de mejora he ampliado a 1 hora, me vengo arriba y sigo hacia Tazacorte con buen ritmo, corriendo por el tortuoso tramo de piedra como nunca creí poder hacer, adelantando algo de gente, saludando algún amigo por el camino y ahí está ya, el zigzag con las vistas maravillosas del puerto. Vamos abajo!.
Al llegar al avituallamiento misma tónica, pero esta vez ya con hora y cuarto de mejora, así que sin perder mucho tiempo empiezo la subida por ese tortuoso barranco de Las Angustias. Cuesta subir pero la cabeza va flotando de la emoción de poder cruzar de nuevo la Meta, y encima con tan buenas sensaciones. Llego a la larguiiiiiiisima Avenida y como el año pasado se agolpan recuerdos, de personas, de momentos, y de sentimientos, salta la lagrimilla con el ruido de fondo de la gente que me anima a dar el ultimo empujón. Caigo en algo, es de día! Que subidón!.
Allí están, justo en la ultima curva un grupito de Pichones, Rayco y su mujer Marta con los niños, pegando gritos de ánimo, y mi mujer Dalida, recibiéndome con un gran abrazo, llorando los dos como niños nos cogemos de la mano y corremos hacia Meta, al cruzarla otro gran abrazo, más lagrimas, alegría y besos. Se lo digo como puedo: “Esta va por ti, y solo por ti. Gracias por estar siempre ahí, en la carrera y todos los días”. Y es que #mispiernassontuspiernas, aunque tu tienes las tuyas propias porque como siempre te digo, TU PUEDES CON TODO.
Respecto al tiempo, 1 hora y 10 minutos de mejora, para un corredor como yo es un buen tiempo, sé que preparándola más hay margen de mejora, veremos lo que pasa.
Gracias a mi familia por todo el apoyo que siempre me mandan, a mis amigos, y por supuesto a todo el equipo Pichón Trail Project! Orgulloso cada vez más de pertenecer a este gran equipo y de nuevo CORRER X LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE.
Enhorabuena a todos los que corrieron y lo lograron, especialmente a todos los Pichones y Pichonas, en la Ultra y en la Media, y en especial a mi amigo el farero, Javi, te lo mereces! ERES UN ULTRERO!
Un placer haber paseado nuestra camiseta por toda La Palma de nuevo, esta carrera sigue siendo única, por todo lo que nos da a los que la corremos, principalmente por su gente, voluntarios y afición… y el año que viene?
Ya veremos…
Jon…