«Me diganosticaron EM en el 2009 después de un año de pruebas y malestar. Como los síntomas desaparecieron después de nacida mi niña los médicos pensaron que se trataba de una depresión. Sin embargo me hicieron una resonancia y vieron las lesiones. Cuando me lo comunicaron se me derrumbó el mundo. Tenía 29 años, una niña de un año y no tenía ni la menor idea de lo que era la EM. Entonces me eché a llorar como una niña chica. Luego hice la peor cosa que un enfermo puede hacer buscar en internet para obtener más respuestas. Pero me equivoqué, tenía más preguntas que respuestas y entendí que el único que podía ayudarme era el neurólogo. Tuve que dejar de trabajar porque no podía, aquí empiezan las limitaciones, con el tiempo me quitaron el carnet, vendí mi bici, mis patines….En definitiva fue un sin fin de emociones y sentimientos en contra de esta enfermedad.
Empecé con los corticoides hasta que en 2011 me quedé en silla de ruedas. Un brote muy fuerte del que los médicos decían que no sabían si podría volver a caminar…Pues NO le planté cara a la EM. Me dije: «Ella no puede conmigo». Me levanté porque no podía ni llevar a la niña al colegio. De nuevo me dije: «Yo soy mucho más fuerte…» Y así fue y me levanté.
¿Tengo límites? Si por supuesto que si. Me bloqueó? Pues NO. A día de hoy voy a la piscina, al gimnasio… para entrenar mi musculatura y ralentizar la enfermedad.
Hay que luchar por ti y por los demás. Es difícil pero lucho todos los días. Mi madre me apoya mucho, hay que hablar y hacer participes a los que están alrededor, esto es fundamental porque te ayuda muchísimo. Yo ahora llevo a mi niña al colegio, voy al gimnasio, a la piscina, ando con algún problema, pero ando. Todo es actitud, plantar cara a esta enfermedad y convencerse de que ella contigo no puede….
Muchísimos ánimos y sacar la fuerza de donde la tienes y tirar para delante siempre.
Saludos y mucha suerte»
Veronica