Faro a Faro 67 KM.
Allá por Diciembre de 2016, mientras corríamos la K42 Anaga, Javi me comentó algo sobre la Faro a Faro de 67 KM… “si te apetece, cuenta conmigo como pareja”. Unos días antes ya había pensado en decírselo yo, así que me vino perfecto. Por supuesto acepté y unos días después nos inscribimos, teníamos mucho tiempo por delante para llegar preparados y después de compartir tantos kilómetros juntos, sabíamos que seríamos unos compañeros de equipo ideales.
Pasaron los meses, cada vez que nos veíamos nos saludábamos “Hey farero”, hasta que llegó el día y el saludo pasó de broma a realidad… que nervios!
Todo listo, frontales, comida, chaleco reflectante para los tramos de asfalto y un buen puñado de cosas que por seguridad nos pedía la organización como material obligatorio. Durante toda la carrera tendremos la asistencia de nuestro amigo Tony, de Noelia y de Dalida, equipazo!.
Allí estábamos, en el Faro, saludando a amigos del Trail, en total unos 70 corredores y muchos otros que aunque no corran hoy, se acercan hasta allí para ver la salida, otros que llevan siguiendo la larga desde el Viernes y allí siguen, animando también a los que nos atrevemos con esta locura, tic tac, nuestro pequeño gran espectáculo de frontales está a punto de empezar. Últimos saludos con nuestra asistencia, “tengan cuidadito”, “vayan por la sombrita”… y vámonos!
0:00 de la noche de un Sábado… hace apenas 4 años en un momento como este, estaría haciendo alguna otra cosa muy diferente, pero a pesar de que digan que estamos locos por ponernos a correr en medio de la noche, esto es lo que nos da la vida a los que vivimos con pasión este deporte… y PUM! allá vamos! dan la salida por fin y vamos en pelotón en la subida a Chinamada, algunos más alante, otros como nosotros de mitad para atrás. Javi y yo decidimos hace tiempo que esta aventura la íbamos a vivir intentando disfrutarla al máximo, sin forzar más de lo necesario para ir enteros durante todos los kilómetros del recorrido.
Al llegar a Chinamada, están por primera vez nuestros 3 asistentes, cámara en mano y dándonos ánimos, nos dicen que tienen mucho frío, pero nosotros vamos encharcados en sudor desde el km 0, se nota la excesiva humedad en el ambiente, hay que beber constantemente para no pagarlo más adelante. Siguiendo los consejos nos ponemos el cortavientos pensando que tal vez la temperatura sea baja aunque vayamos sudando, un poco más adelante empieza el calvario de la niebla, tan espesa que con la luz del frontal es como si llevaras justo delante una malla blanca que no te deja ver bien el camino. Llegamos al inicio del camino de Llano Frío, un camino espectacular semi-virgen que el 90% de los días está embarrado, y hoy no falla, barro del bueno, saludamos de nuevo a nuestros asistentes sin detenernos, vamos en cabeza de un pequeño grupo de unos 15 corredores intentando seguir el invisible sendero, en un momento me confundo y giro a la derecha, no pasan ni 10 segundos y alguien me grita que por ahí no es y al volver al camino correcto nos ha pasado todo el pelotón, al menos no nos hemos perdido del todo. Seguimos en manada hasta el final de Llano Frío, de nuevo están Tony, Noe y Dali dando ánimos a todo el mundo. Vamos bajando ya hacia Afur todavía con la niebla densa delante del frontal, el sendero es de piedra y con musgo, mejor no arriesgar y bajar a un ritmo cómodo para no sufrir ningún percance. Llegamos a Afur y está nuestra asistencia de nuevo con la furgo, un vasito de Coca-Cola, recargamos agua y seguimos hacia Taganana. Tenemos que subir hasta la Cumbrecilla, un lejano y pequeñito foco que se ve en lo alto de una montaña es nuestro guía… casi prefiero que lo apaguen para no ver lo que queda, porque “chiquita pechada me neño”, es lo que se oye de boca de tod@s los que estamos subiendo. En lo más alto están los 4×4 de la organización ofreciendo agua, saludamos pero no paramos, vamos con agua de reserva aún y queda poquito para Taganana, primer corte de la carrera (5 horas).
Llegamos al avituallamiento de Taganana en torno a las 4:40, pasamos el corte no demasiado holgados, pero esa era la idea. Aquello parece un hotel de los Correcaminos Solidarios. Nos cargan el agua, nos surten de fruta, coca cola, café, comida, hay de todo! Yo me doy el revolcón con una sandía y unas palmeritas que están por la mesa y salgo a esperar a Javi. Me fijo que hay por allí bastante gente de la distancia larga, menudos cracks, este es su km 120 de carrera y allí siguen, dando todo lo que tienen. Cuando Javi termina de avituallarse, cargamos comida y agua de sobra y nos vamos, serán 16 kms hasta el próximo corte (Chamorga a las 10 horas), con 2 subidas a las que todo aquel que conoce Anaga les tiene cierto respeto. La primera de ellas es el Camino del Hediondo o “La Hediondada” como la llamo yo, imagínense. Durante la subida vamos adelantando gente de la distancia larga, algunos llevan tanto sueño que serían capaces de dormirse corriendo, les damos ánimos. Adelantamos también a una pareja de nuestra distancia que se ha quedado sin frontales, les decimos que nos sigan y así aprovechan nuestra luz, les guiamos un rato pero en una curva nos damos cuenta que ya no están allí, al mirar hacia atrás vemos que han recuperado un frontal y siguen a su ritmo. Seguimos subiendo hasta que aparece de nuevo la niebla, esta vez más espesa aún y casi no vemos el camino que además está resbaladizo, coronamos y empezamos a bajar con mucho cuidado. Se nos une un corredor en la bajada y pasamos también a dos corredores de los 170 km. Amanece poco antes de llegar al Faro de Anaga. Allí anotan nuestro dorsal y el corredor que se nos unió más atrás nos pregunta que si se puede unir a nosotros, que se ha quedado sin equipo, por supuesto aceptamos y a partir de ahora seremos 3. En el Faro nos ofrecen café y un poco de agua para afrontar la subida por el Barranco hasta Chamorga, nos quedan 2 horas y 5 minutos para llegar al corte, así que lo pasaremos sin problemas a pesar de que alguno de otro equipo grita “que no llegamos!”, al verle tan nervioso le pregunto cuantas veces ha hecho esa subida y me responde que ninguna, así que le tranquilizo diciéndole que en 1 hora estamos en el pueblo, pone cara de no creerme y sale escopetado. A las 9 estamos pasando el corte, sobrados!.
Allí están de nuevo nuestros asistentes, nos cambiamos de ropa, cargamos más agua (calculo que en toda la carrera me bebí unos 7 u 8 litros), tomamos coca cola, y me hacen un bocata de Nocilla que me transporta a mi infancia delante de la tele con Barrio Sésamo, jajaja, espectacular como me sienta!. Nos despedimos ya hasta Meta porque la parte que queda de carrera es un poco difícil para hacernos el seguimiento y subimos lo poquito que queda hasta la Cumbrilla. Casualidad que Roberto, el nuevo corredor de nuestro equipo de 3, es de allí y está toda su familia esperándole, nos reciben como si nos conocieran de toda la vida, “si vienen algún día aquí tienen casa” nos dice, que cantidad de buena gente!.
Pasamos por el Cementerio del Lomo de Las Bodegas, nos refrescamos en la fuente que hay allí y continuamos.
Por fin empieza la bajada a Igueste por el Lomo de Las Casillas, de aquí a Meta es la parte más dura de la carrera sin duda, pero a cabeza nada nos gana y estamos seguros de llegar!, maldita bajada, casi preferiría hacerla subiendo porque es imposible correr sin torcerte algún tobillo, solo hay piedras y se ve el avituallamiento en el fondo del barranco, pero parece que alguien lo está moviendo y nunca nos acercamos… “Estense quietos!” grita Javi, para que no lo muevan más de sitio, jejeje. A mitad de bajada nos cruzamos con Lorena, una amiga que está entrenando, va subiendo y nos da unos buenos ánimos para lo que queda, unas fotos y seguimos. Llegamos al avituallamiento por fin, allí está un buen grupo de la distancia larga, les damos ánimos y justo van arrancando para hacer la última subida. Detrás de ellos salimos nosotros, nos encontramos con otro avituallamiento “clandestino” un poco más arriba donde una botella de limonada nos seduce y nos lanzamos a por ella. Le damos las gracias 200 veces a la señora que nos ofrecía de todo lo que tenía: limonada, tortilla, croquetas… que jartada!. Durante la subida comentamos que lo mejor de esta carrera son precisamente esos avituallamientos clandestinos, si no fuera por ellos uno acabaría harto de tanto gel y tanta barrita.
Para complicar la ultima subida sale el sol, y de que manera, achicharra como nunca. Adelantamos a los chicos de la larga dándoles aún más ánimos, llevan un buen rollo y una alegría espectacular a pesar del cansancio, para nosotros son unos héroes. Nos cruzamos con un chico de la organización, “280 metros para la sombra” nos dice, y desde ese momento me pongo a contar los pasos para llevar el calor de la mejor manera posible, voy fundido pero me animan unas palabras de Javi en ese momento: “Vamos Jon, por todos los que tenemos detrás que no pueden correr”, me vengo arriba recordándolos y me imagino el whatsapp petado, como siempre que corremos. Cuando al fin alcanzamos la sombra nos encontramos a más gente de la organización dando ánimos en mitad del sendero, como se agradece en esos momentos tan duros que alguien te diga que ya lo tienes, que sigas un poquito más y llegas arriba. Por fin llaneamos un poco, y llegamos a la carretera. Nos encontramos otro avituallamiento clandestino, pero este es una pasada, 2 o 3 furgonetas con absolutamente de todo, hasta alguna garimba que me resisto a coger, opto por seguir con la fórmula Coca-cola.
Toca seguir por el asfalto, hasta el Albergue de Anaga, en el Bailadero. Allí está de nuevo la familia de Rober ofreciéndonos de todo. Seguimos y Javi y yo nos desesperamos, pensábamos que directamente al terminar la subida íbamos a empezar a bajar y el llaneo se nos está haciendo largo, preguntamos a Rober que nos responde que queda 1 kilómetro, a los 10 minutos preguntamos de nuevo y nos responde que queda 1 kilómetro, desde entonces y hasta meta le iríamos dando la vara “¿cuanto queda Rober, 1 kilómetro?”, “¿ves aquella casa de allí? pues esa no es”, y es que había que reírse un poco por lo menos, sino sería peor de lo que ya es, cabeza positiva siempre!.
Por fin!!!! empieza la última bajada, se que es dura, o más bien durísima, pero es la última y eso nos da alas, aunque no precisamente para correr porque decidimos bajarla caminando, y es que el terreno no permite mucho más. Cuando según Rober queda 1 kilómetro para pisar el asfalto (jajaja) oímos un grito: “MIREN QUIEN ESTÁ AQUÍ!!!”… es Elsa!!! Que subidón encontrarla precisamente en este momento en que íbamos tan tocados, nos abrazamos como si fuera nuestro faro, porque de aquí a meta, tal y como hacen los faros con los barcos, Elsa sería nuestra guía. Nos dice que queda 1,9 km. para el asfalto y nos empieza a contar su mañana esperándonos allí, nos echamos unas buenas risas escuchándola y al rato, por fin, allí está el asfalto.
Ya solo nos quedan 8 kms hasta Meta, por el camino aparecería la furgoneta de la organización casi derrapando al estilo equipo A (“nos dijeron que estaban secos, y vinimos al rescate” que grandes!), para surtirnos de Powerade, agua y lo que hiciera falta. Aparecen también nuestras sonrisas y los aplausos de la gente que nos vamos cruzando. Salimos a la laaaaaaaarga Avenida de Anaga, últimos pasos para llegar a nuestra Meta, Elsa va dando la noticia por whatsapp al equipo, comunica que ya estamos cerca, nos graba un video, nos dice que corramos para la foto y le respondemos “si quieres ponle efectos especiales, pero no vamos a correr”, jejeje y es que no estamos para nada ya, totalmente vacíos del esfuerzo.
Bajamos las escaleras de la Estación Marítima y allí vemos al Marqués de Anaga, Don Cristóbal, que en su cumpleaños se acercó a saludarnos y recibirnos en Meta, que grande, también están nuestras asistentes Noe y Dali recibiéndonos con caras de felicidad después de tantas horas, mis padres con mi sobrina, que me dice que quiere entrar conmigo a Meta y muchos, muchos amigos que ya conocen el mensaje que llevamos en nuestras pancartas “Corremos x La Esclerosis Múltiple”.
Cruzamos la Meta y nos damos un gran abrazo mi compañero y yo, no hay palabras pero los sentimientos hablan y alguna lágrima se nos escapa. Tocamos la Farola del Mar, costó mucho llegar hasta aquí pero desde el principio no tuvimos ninguna duda el uno en el otro, sabíamos y estábamos seguros de que llegaríamos. Ahora si que somos Fareros!.
Y este es el “resumen” de nuestra aventura por Anaga.
Me gustaría darle las gracias primero que nada a mi compañero de equipo, por la paciencia durante la carrera, por esforzarse y superarse cuando la cabeza nos fallaba, por estar ahí para levantarme el ánimo y por levantar el suyo propio cuando me tocaba a mí animarle, si hay que repetir esta aventura me gustaría volver a tenerte como compañero de equipo. Un placer como siempre, Javi!.
Gracias también a Tony, Noelia y Dalida por seguirnos durante toda la noche y gran parte del día siguiente, 17 horas casi sin dormir y haciendo kilómetros por las tortuosas carreteras de Anaga, todo eso para vernos en algún punto aunque solo fueran unos minutos, y ayudando con la comida, la bebida, la ropa… son ustedes l@s más grandes!
Gracias por supuesto a todo el equipo Pichón Trail Project, desde el Presi, directiva, compañer@s corredor@s, soci@s, tod@s aquell@s que nos dan ánimos y fuerzas para seguir luchando por nuestra causa, y también a quienes no pueden correr pero siempre van con nosotros. #tuspiernassonmispiernas.
Jon